Esta es una manera de curar con las manos, corresponde a Barbara Ann Brennan en su libro "Manos que Curan"
QuelaciĆ³n: cargar y despejar el aura del paciente (BARBARA ANN BRENNAN āManos que Curanā)
El tĆ©rmino Ā«quelarĀ», derivado de la voz griega chele, o Ā«garraĀ», significa araƱar. La reverenda Rosalyn Bruyere, fundadora de esta tĆ©cnica desarrollada por ella misma, adoptĆ³ dicho tĆ©rmino para indicar, sencillamente, la limpieza del campo del paciente mediante la separaciĆ³n de los residuos aurales. La quelaciĆ³n, ademĆ”s, llena el aura de energĆa, como si se hinchara un globo, y por lo general la equilibra. Esto se logra haciendo correr la energĆa por el cuerpo de manera gradual, empezando por los pies. Lo mejor es hacer que discurra de forma natural; con ello se fomenta el equilibrio y la salud de todo el sistema. En consecuencia, la energĆa atraviesa el cuerpo en sentido ascendente desde los pies, ya que normalmente se obtiene a partir de la tierra por medio del primer chakra y de los dos chakras de las plantas de los pies. Estas energĆas terrestres son necesarias en todo momento para curar el cuerpo fĆsico, puesto que son las que presentan las vibraciones fĆsicas mĆ”s bajas. De este modo es posible verter energĆa con absoluta naturalidad al agotado sistema. El cuerpo energĆ©tico la absorbe y la transporta a donde sea necesaria. Por otra parte, si se empieza en la zona en la que se produce la queja, puede darse el caso de que el cuerpo energĆ©tico conduzca la energĆa a otro emplazamiento antes de que comience a nutrir realmente la zona de entrada. Al no ser un flujo natural, carece de eficacia.
VĆ©ase el grĆ”fico de quelaciĆ³n en la figura 22-3. Las figuras siguientes de este capĆtulo demostrarĆ”n cĆ³mo se carga el aura de una persona hasta su curaciĆ³n total. Cuando Mary acudiĆ³ a mi consulta por primera vez, su campo aural aparecĆa atascado, desvaĆdo y desequilibrado (figura 22-4). TenĆa bloques de colores rojo oscuro y pardusco en las rodillas, el Ć”rea pĆ©lvica, el plexo solar y los hombros. El chakra del plexo solar estaba desfigurado y parecĆa como si el pequeƱo torbellino de la parte superior izquierda sobresaliera como un muelle estirado. Esta deformaciĆ³n se extendĆa atravesando la quinta y sĆ©ptima capas del campo, configuraciĆ³n tĆpicamente relacionada con la hernia de hiato. Mary se quejaba de dolor en esa parte de su cuerpo y, ademĆ”s, en su vida personal tenĆa problemas para conectar profundamente con la gente. El proceso de curaciĆ³n, que se prolongĆ³ unas pocas semanas, no sĆ³lo reequilibrĆ³, cargĆ³ y reestructurĆ³ su campo energĆ©tico, sino que, por aƱadidura, ayudĆ³ a Mary a aprender la manera de relacionarse mejor con los demĆ”s. Esto se logrĆ³ canalizando la informaciĆ³n sobre sus experiencias infantiles en las que aprendiĆ³ a bloquear de forma habitual su campo energĆ©tico, lo que, en su momento, condujo a la apariciĆ³n de problemas psicolĆ³gicos y fĆsicos. Examinemos a continuaciĆ³n cada paso de la curaciĆ³n como si el lector fuera el sanador. SiĆ©ntese y apoye las manos en los pies del paciente (Mary) hasta que se despeje y equilibre su campo general (figura 22-5), que serĆ” activado en su totalidad por la energĆa que fluye desde esta posiciĆ³n. No intente controlar el color que estĆ” canalizando; deje que fluya de forma automĆ”tica. Si se centra en un color, probablemente interferirĆ” en vez de ayudar, ya que los campos disponen de mayores opciones que su mente lineal. Siempre que despeje su campo de manera que sus chakras tambiĆ©n queden despejados y, por tanto, se sitĆŗen en condiciones de metabolizar todos los colores del campo energĆ©tico universal, el campo del paciente absorberĆ” lo que necesite. Si uno de sus chakras queda bloqueado, tendrĆ” dificultades para canalizar a travĆ©s del mismo el color o la frecuencia de la luz transmitida. En tal caso, repita el ejercicio de apertura de los chakras hasta que todos los suyos estĆ©n abiertos. La figura 22-6 muestra el flujo de energĆa que penetra en los chakras del sanador a travĆ©s de su corriente de fuerza vertical para penetrar en el chakra cardiaco y salir despuĆ©s por sus brazos y manos, introduciĆ©ndose a continuaciĆ³n en el campo aural del paciente. Conforme la energĆa fluye, despeja, carga y, en general, reequilibra el campo energĆ©tico del paciente, probablemente la sentirĆ” usted discurrir por sus manos. Es como si manaran chorros desde ellas. Es posible que note una sensaciĆ³n de calor u hormigueo. Su pulso se harĆ” quizĆ” lento y rĆtmico. Si es usted sensible en este aspecto, detectarĆ” los cambios que se producen en el flujo. A veces fluirĆ” mĆ”s energĆa por un lado del cuerpo; entonces cambiarĆ” la frecuencia de las pulsaciones, corno lo harĆ”n la direcciĆ³n del flujo o bien el emplazamiento general de la energĆa que llena el campo energĆ©tico del paciente. En este punto, el flujo penetra en las Ć”reas generales del cuerpo aural. DespuĆ©s de unos minutos de trabajo, la intensidad del flujo remitirĆ” y se producirĆ” un flujo igual de energĆa ascendente por ambos costados del cuerpo. Ello quiere decir que el campo estĆ” equilibrado en conjunto y que usted estĆ” listo para pasar a la siguiente posiciĆ³n. Observe que el aura de Mary, como se ve en la figura 22-5, estĆ” ahora muchĆsimo mĆ”s despejada que cuando acudiĆ³ a la consulta, como se muestra en la figura 22-4. Pase a continuaciĆ³n al costado derecho del paciente. Apoyando en todo momento una mano en el cuerpo de Ć©ste para mantener la conexiĆ³n, toque con la derecha la planta del pie izquierdo del paciente y con la izquierda su tobillo izquierdo. Para ello tendrĆ” que inclinarse sobre el cuerpo del paciente (figura 22- 7). Deje fluir la energĆa desde su mano izquierda a la derecha atravesando el pie del paciente. Puede que, al principio, la energĆa sea dĆ©bil; luego, a medida que los rĆos de energĆa se vayan llenando, el flujo se harĆ” mĆ”s fuerte. Cuando el pie se llene de energĆa, el flujo entre sus manos descenderĆ”. Cambie ahora las manos al pie y al tobillo derechos y repita la operaciĆ³n. LlĆ©nelo de energĆa, como hizo con el pie izquierdo. Pase ahora la mano derecha al tobillo izquierdo del paciente y la izquierda a la ro dilla izquierda. Haga que la energĆa de su mano derecha pase por la parte inferior de la pierna izquierda del paciente para llegar a la mano izquierda de usted. Es posible que, al principio, el flujo sea dĆ©bil y quizĆ” mĆ”s fuerte en un lado de la pierna que en otro. Cuando haya acabado de llenar, cambie a la posiciĆ³n tobillo/rodilla derechos (figura 22-8). Al proceder a la quelaciĆ³n entre el tobillo y la rodilla, las nubes oscuras del muslo y la cadera derechos se aclararĆ”n y se abrillantarĆ” su campo. Entonces empieza a despejarse tambiĆ©n parte de la oscuridad del lado izquierdo del plexo solar. Siga trabajando por las piernas, subiendo de articulaciĆ³n en articulaciĆ³n, desde la rodilla a la cadera y desde el lado, izquierdo al derecho (figura 22-9). A medida que progrese su trabajo con el cuerpo se seguirĆ” despejando el aura del paciente y Ć©ste entrarĆ” en un estado alterado de conciencia. Pase de la cadera al segundo chakra (fi- gura 22-10). A continuaciĆ³n se despeja el campo del Ć”rea pĆ©lvica del paciente, especialmente en la zona que se encuentra entre las manos de usted. En esta posiciĆ³n su mano derecha se apoya en la cadera del paciente, y la izquierda, en el centro del segundo chakra por encima del hueso pĆŗbico. Repita la operaciĆ³n en cada cos tado. TendrĆ” conciencia de los cambios que van despejando el aura como consecuencia de la elevaciĆ³n y el descenso del flujo energĆ©tico mientras pasa de un lugar al siguiente. Cuando haga la imposiciĆ³n de manos en un nuevo punto, la energĆa fluirĆ” lentamente al principio, hasta que se establezca la conexiĆ³n entre su campo y el del paciente. El flujo aumentarĆ” y alcanzarĆ” su cres ta, luego descenderĆ” poco a poco y se detendrĆ” o seguirĆ” a un ritmo muy bajo. Ello significa que ha llegado el momento de cambiar a otra posiciĆ³n. NotarĆ” el flujo energĆ©tico como un cosquilleo o como oleadas de calor. AsegĆŗrese siempre de que obtiene un flujo energĆ©tico equilibrado en ambos lados de cualquier parte del cuerpo antes de pasar a la siguiente. Esto vale tanto para los dos lados de las piernas como para los dos lados del cuerpo. DespuĆ©s de haber despejado, cargado y equilibrado el segundo chakra, desplace la mano derecha al segundo chakra y la izquierda al tercero (figura 22-1 l). TratĆ”ndose de Mary, serĆa necesario dedicar mĆ”s tiempo a los chakras segundo y tercero, que son los mĆ”s bloqueados. Una vez que haya despejado usted esta Ć”rea, ponga la mano derecha en el tercer chakra y la izquierda en el cuarto.
Cuando proceda a la quelaciĆ³n directa en los chakras entrarĆ” en una comunicaciĆ³n mĆ”s profunda con su paciente. Tal vez descubra que estĆ” respirando al mismo ritmo que Ć©l. Esto quiere decir que usted se ha Ā«es peculadoĀ», es decir, se ha convertido en espejo; una vez logrado esto, puede cambiar el ritmo de la respiraciĆ³n de su paciente con sĆ³lo alterar el suyo propio; el enfermo le imitarĆ”. QuizĆ” sea importante que lo haga asĆ a estas alturas de la curaciĆ³n, ya que usted empezarĆ” a abrir material emocional conforme se desplace hacia los chakras. Tan pronto como se empiece a liberar el material emocional, el sujeto intentarĆ” contener la respiraciĆ³n esforzĆ”ndose por mantener ocultos sus sentimientos. Mary estĆ” tratando de ocultar sus sentimientos a medida que los chakras segundo y tercero se van conectando mĆ”s. IndĆŗzcala a que respire. Lo hace y llora. Siente su soledad. TambiĆ©n usted. Puede sentir o ver las experiencias infantiles de Mary que tienen relaciĆ³n con el caso. CompĆ”rtalas con ella. Mary entiende ahora la conexiĆ³n y vuelve a llorar. Como resultado de la expresiĆ³n de sus sentimientos los chakras segundo y tercero de la mujer se abren y se despejara aĆŗn mĆ”s. Si tiene usted dificultades para soportar los sentimientos de ella, cambie su ritmo de respiraciĆ³n para hacerlo mĆ”s lento y eleve su propia conciencia a un nivel superior. Siga enviando energĆa. A medida que se despejen los chakras de Mary, ella se irĆ” calmando. La figura 22-12 muestra que la quelaciĆ³n ha despejado los cuatro niveles inferiores del campo de Mary, pero no ha reparado el desgarro. El tercer chakra requerirĆ” atenciĆ³n especial en las capas quinta y sĆ©ptima, donde se encuentra la rotura. Para quelar los chakras cuatro, cinco y seis limĆtese a ascender por el cuerpo, poniendo la mano izquierda en el chakra superior y la derecha en el inferior. Al llegar al quinto chakra, la mayorĆa de los pacientes se sentirĆ”n mĆ”s cĆ³modos si les coloca la mano izquierda debajo del cuello en lugar de encima.
Cuando haya concluido esta operaciĆ³n, lleve cada mano a un hombro mientras se desliza para quedar sentado por encima de la cabeza de su paciente. Equilibre los lados derecho e izquierdo del campo energĆ©tico de Mary. Luego vaya avanzando las manos lentamente por los lados del cuello hasta las sienes, haciendo circular la energĆa mientras realiza el movimiento. En este punto el aprendiz pasarĆ” al sexto nivel de curaciĆ³n, tal como se ha descrito en el apartado seis. Realice la curaciĆ³n del sexto nivel y el cierre del sĆ©ptimo, como se describe en el apartado que se titula Ā«Sellado en el nivel del patrĆ³n cetĆ©ricoĀ». Al principio no espere avanzar mĆ”s, mientras no adquiera experiencia suficiente en la curaciĆ³n. Probablemente le llevarĆ” una hora completa hacerlo. Cuando haya practicado varias horas empezarĆ” a percibir las capas superiores del campo aura] e iniciarĆ” el trabajo en ellas como se ha descrito en los puntos cuatro y cinco. MĆ”s tarde podrĆ” percibir por encima de la sĆ©ptima capa y empezarĆ” a trabajar en los niveles octavo y noveno, como se describe en el apartado siete de este capĆtulo. A mis nuevos alumnos les suelo pedir que hagan una quelaciĆ³n completa para asegurarme de que no pasarĆ”n por alto nada que sea necesario despejar de este modo. MĆ”s adelante, cuando tengan mĆ”s prĆ”ctica tanto en hacer pasar la energĆa como en percibir el campo, ya no necesitarĆ”n realizar la quelaciĆ³n de todos los chakras. SabrĆ”n hasta dĆ³nde es necesario quelar. Para los enfermos cardiacos es importante invertir la quelaciĆ³n, es decir, extraer la energĆa del chakra del corazĆ³n, ya que, por lo general, se muestra obturado por energĆa oscura. Llegados a este punto, conviene aportar algunas ins trucciones adicionales sobre la quelaciĆ³n. Recuerde que estĆ” canalizando, no irradiando. AsĆ pues, usted eleva sus vibraciones hasta el nivel de energĆa necesario y, a renglĆ³n seguido, se limita a entrar en contacto con el campo energĆ©tico universal y dejarlo fluir (algo asĆ como introducir un enchufe en la toma de corriente de la pared). Si no cura de esta manera, se cansarĆ” con mucha rapidez. No puede irradiar o dirigir energĆa suficiente para curar desde el interior de su propio campo; tiene que canalizarla (su misiĆ³n al canalizar es Ćŗnicamente elevar el nivel de las vibraciones de manera que pueda completar el circuito con el CEU). Los ejercicios de apertura de los chakras que ha realizado resultan muy Ćŗtiles para elevar sus vibraciones a un nivel de energĆa mĆ”s elevado. Al preparar con anticipaciĆ³n una sesiĆ³n de curaciĆ³n, empezarĆ” a operar a un nivel elevado de energĆa y frecuencia. A lo largo del proceso ascenderĆ” lentamente hacia niveles cada vez mĆ”s altos, simplemente porque se encuentra usted en un estado de conciencia elevada. Es probable que cuanto mĆ”s tiempo permanezca en Ć©l, mĆ”s alto pueda llegar, especialmente si se mantiene centrado y enfocado y su respiraciĆ³n es adecuada. La mejor forma de respirar que yo uso es inspirando y espirando larga y continuadamente, con muy poca pausa intermedia. La respiraciĆ³n debe realizarse por la nariz, frotando el aire contra el paladar blando, como en los ejercicios expuestos en el capĆtulo 18. TambiĆ©n puede concentrarse en ampliar su campo aural. Lo mĆ”s importante es mantenerse en un flujo sincronizado sensible con los campos energĆ©ticos que le rodean. Una pausa en el flujo energĆ©tico puede ser indicio de que estĆ” a punto de pasar a una frecuencia mĆ”s alta. Espere un poco. Si no llega, siga avanzando como se ha dicho antes. Conforme se vaya sintonizando mejor, empezarĆ” a notar cambios de frecuencia en la energĆa que fluye a travĆ©s de usted.
Llegado el momento podrĆ” mantener determinados niveles de frecuencia ajustando su respiraciĆ³n y su enfoque. Mantenga con firmeza las manos, ligeramente tensadas, sobre el cuerpo del paciente y dirija a Ć©ste, a travĆ©s de ellas, toda la energĆa que estĆ” recibiendo con todos sus chakras. Es posible que desee hacer vibrar su cuerpo para que sus chakras bombeen mĆ”s energĆa; recurra para ello al ejercicio 25 descrito en el capĆtulo 21. En esta parte de la curaciĆ³n es probable que utilice mĆ”s energĆa a travĆ©s de los chakras inferiores que por los superiores. Una gran cantidad de energĆa asciende tambiĆ©n desde la Tierra a travĆ©s de las plantas de los pies. AsegĆŗrese de que los tiene bien afirmados sobre el suelo. Visualice las raĆces que crecen hacia el centro de la Tierra y la energĆa que se extrae a travĆ©s de ellas. Este proceso nutre y carga los cuerpos energĆ©ticos inferiores. AsegĆŗrese de que su cuerpo se encuentra en una postura cĆ³moda para garantizar el libre flujo de la energĆa. El sistema energĆ©tico del paciente absorberĆ” la energĆa y se desplazarĆ” automĆ”ticamente a la parte del cuerpo donde sea necesaria. Por ejemplo, aunque las palmas de sus manos estĆ©n colocadas sobre los pies del paciente, la energĆa podrĆ” subir por la espina dorsal de Ć©ste hasta alcanzar la parte posterior interna de su cabeza. Mientras se estĆ” realizando la quelaciĆ³n y a fin de preparar al paciente para un trabajo mĆ”s especĆfico, el sanador puede emplear su tiempo vital para leer psĆquicamente al paciente y comunicarse con Ć©l. Ćste es el momento en el que el paciente empieza a abrirse y a compartir mĆ”s profundamente su historia personal. Tan pronto como el sanador realiza la imposiciĆ³n de manos sobre el paciente, se establece entre ambos una mayor confianza mutua. El primero seguirĆ” explorando el cuerpo para hallar Ć”reas problemĆ”ticas. En el caso de Mary, su aura se ha despejado y es mucho mĆ”s clara, como se puede ver en la figura 22- 12. Durante la quelaciĆ³n de las Ć”reas de los chakras segundo, tercero y cuarto, su liberaciĆ³n emocional la ha transportado a un estado de profunda relajaciĆ³n. Los primeros cuatro niveles de su campo estĆ”n lo bastante despejados como para soportar el trabajo en las capas quinta y sĆ©ptima. Otro paciente podrĆa no estarlo, ni siquiera despuĆ©s de la quelaciĆ³n completa a travĆ©s del sexto chakra, y quizĆ” siga necesitando que se le siga despejando el campo en emplazamientos mĆ”s especĆficos donde se da una profunda alteraciĆ³n. Para despejar se pueden seguir dos procedimientos principales: uno consiste en la limpieza de la espina dorsal; el otro, en empujar o extraer con el cristal de cuarzo los residuos aurales de determinadas Ć”reas especĆficas.
QuelaciĆ³n: cargar y despejar el aura del paciente (BARBARA ANN BRENNAN āManos que Curanā)
El tĆ©rmino Ā«quelarĀ», derivado de la voz griega chele, o Ā«garraĀ», significa araƱar. La reverenda Rosalyn Bruyere, fundadora de esta tĆ©cnica desarrollada por ella misma, adoptĆ³ dicho tĆ©rmino para indicar, sencillamente, la limpieza del campo del paciente mediante la separaciĆ³n de los residuos aurales. La quelaciĆ³n, ademĆ”s, llena el aura de energĆa, como si se hinchara un globo, y por lo general la equilibra. Esto se logra haciendo correr la energĆa por el cuerpo de manera gradual, empezando por los pies. Lo mejor es hacer que discurra de forma natural; con ello se fomenta el equilibrio y la salud de todo el sistema. En consecuencia, la energĆa atraviesa el cuerpo en sentido ascendente desde los pies, ya que normalmente se obtiene a partir de la tierra por medio del primer chakra y de los dos chakras de las plantas de los pies. Estas energĆas terrestres son necesarias en todo momento para curar el cuerpo fĆsico, puesto que son las que presentan las vibraciones fĆsicas mĆ”s bajas. De este modo es posible verter energĆa con absoluta naturalidad al agotado sistema. El cuerpo energĆ©tico la absorbe y la transporta a donde sea necesaria. Por otra parte, si se empieza en la zona en la que se produce la queja, puede darse el caso de que el cuerpo energĆ©tico conduzca la energĆa a otro emplazamiento antes de que comience a nutrir realmente la zona de entrada. Al no ser un flujo natural, carece de eficacia.
VĆ©ase el grĆ”fico de quelaciĆ³n en la figura 22-3. Las figuras siguientes de este capĆtulo demostrarĆ”n cĆ³mo se carga el aura de una persona hasta su curaciĆ³n total. Cuando Mary acudiĆ³ a mi consulta por primera vez, su campo aural aparecĆa atascado, desvaĆdo y desequilibrado (figura 22-4). TenĆa bloques de colores rojo oscuro y pardusco en las rodillas, el Ć”rea pĆ©lvica, el plexo solar y los hombros. El chakra del plexo solar estaba desfigurado y parecĆa como si el pequeƱo torbellino de la parte superior izquierda sobresaliera como un muelle estirado. Esta deformaciĆ³n se extendĆa atravesando la quinta y sĆ©ptima capas del campo, configuraciĆ³n tĆpicamente relacionada con la hernia de hiato. Mary se quejaba de dolor en esa parte de su cuerpo y, ademĆ”s, en su vida personal tenĆa problemas para conectar profundamente con la gente. El proceso de curaciĆ³n, que se prolongĆ³ unas pocas semanas, no sĆ³lo reequilibrĆ³, cargĆ³ y reestructurĆ³ su campo energĆ©tico, sino que, por aƱadidura, ayudĆ³ a Mary a aprender la manera de relacionarse mejor con los demĆ”s. Esto se logrĆ³ canalizando la informaciĆ³n sobre sus experiencias infantiles en las que aprendiĆ³ a bloquear de forma habitual su campo energĆ©tico, lo que, en su momento, condujo a la apariciĆ³n de problemas psicolĆ³gicos y fĆsicos. Examinemos a continuaciĆ³n cada paso de la curaciĆ³n como si el lector fuera el sanador. SiĆ©ntese y apoye las manos en los pies del paciente (Mary) hasta que se despeje y equilibre su campo general (figura 22-5), que serĆ” activado en su totalidad por la energĆa que fluye desde esta posiciĆ³n. No intente controlar el color que estĆ” canalizando; deje que fluya de forma automĆ”tica. Si se centra en un color, probablemente interferirĆ” en vez de ayudar, ya que los campos disponen de mayores opciones que su mente lineal. Siempre que despeje su campo de manera que sus chakras tambiĆ©n queden despejados y, por tanto, se sitĆŗen en condiciones de metabolizar todos los colores del campo energĆ©tico universal, el campo del paciente absorberĆ” lo que necesite. Si uno de sus chakras queda bloqueado, tendrĆ” dificultades para canalizar a travĆ©s del mismo el color o la frecuencia de la luz transmitida. En tal caso, repita el ejercicio de apertura de los chakras hasta que todos los suyos estĆ©n abiertos. La figura 22-6 muestra el flujo de energĆa que penetra en los chakras del sanador a travĆ©s de su corriente de fuerza vertical para penetrar en el chakra cardiaco y salir despuĆ©s por sus brazos y manos, introduciĆ©ndose a continuaciĆ³n en el campo aural del paciente. Conforme la energĆa fluye, despeja, carga y, en general, reequilibra el campo energĆ©tico del paciente, probablemente la sentirĆ” usted discurrir por sus manos. Es como si manaran chorros desde ellas. Es posible que note una sensaciĆ³n de calor u hormigueo. Su pulso se harĆ” quizĆ” lento y rĆtmico. Si es usted sensible en este aspecto, detectarĆ” los cambios que se producen en el flujo. A veces fluirĆ” mĆ”s energĆa por un lado del cuerpo; entonces cambiarĆ” la frecuencia de las pulsaciones, corno lo harĆ”n la direcciĆ³n del flujo o bien el emplazamiento general de la energĆa que llena el campo energĆ©tico del paciente. En este punto, el flujo penetra en las Ć”reas generales del cuerpo aural. DespuĆ©s de unos minutos de trabajo, la intensidad del flujo remitirĆ” y se producirĆ” un flujo igual de energĆa ascendente por ambos costados del cuerpo. Ello quiere decir que el campo estĆ” equilibrado en conjunto y que usted estĆ” listo para pasar a la siguiente posiciĆ³n. Observe que el aura de Mary, como se ve en la figura 22-5, estĆ” ahora muchĆsimo mĆ”s despejada que cuando acudiĆ³ a la consulta, como se muestra en la figura 22-4. Pase a continuaciĆ³n al costado derecho del paciente. Apoyando en todo momento una mano en el cuerpo de Ć©ste para mantener la conexiĆ³n, toque con la derecha la planta del pie izquierdo del paciente y con la izquierda su tobillo izquierdo. Para ello tendrĆ” que inclinarse sobre el cuerpo del paciente (figura 22- 7). Deje fluir la energĆa desde su mano izquierda a la derecha atravesando el pie del paciente. Puede que, al principio, la energĆa sea dĆ©bil; luego, a medida que los rĆos de energĆa se vayan llenando, el flujo se harĆ” mĆ”s fuerte. Cuando el pie se llene de energĆa, el flujo entre sus manos descenderĆ”. Cambie ahora las manos al pie y al tobillo derechos y repita la operaciĆ³n. LlĆ©nelo de energĆa, como hizo con el pie izquierdo. Pase ahora la mano derecha al tobillo izquierdo del paciente y la izquierda a la ro dilla izquierda. Haga que la energĆa de su mano derecha pase por la parte inferior de la pierna izquierda del paciente para llegar a la mano izquierda de usted. Es posible que, al principio, el flujo sea dĆ©bil y quizĆ” mĆ”s fuerte en un lado de la pierna que en otro. Cuando haya acabado de llenar, cambie a la posiciĆ³n tobillo/rodilla derechos (figura 22-8). Al proceder a la quelaciĆ³n entre el tobillo y la rodilla, las nubes oscuras del muslo y la cadera derechos se aclararĆ”n y se abrillantarĆ” su campo. Entonces empieza a despejarse tambiĆ©n parte de la oscuridad del lado izquierdo del plexo solar. Siga trabajando por las piernas, subiendo de articulaciĆ³n en articulaciĆ³n, desde la rodilla a la cadera y desde el lado, izquierdo al derecho (figura 22-9). A medida que progrese su trabajo con el cuerpo se seguirĆ” despejando el aura del paciente y Ć©ste entrarĆ” en un estado alterado de conciencia. Pase de la cadera al segundo chakra (fi- gura 22-10). A continuaciĆ³n se despeja el campo del Ć”rea pĆ©lvica del paciente, especialmente en la zona que se encuentra entre las manos de usted. En esta posiciĆ³n su mano derecha se apoya en la cadera del paciente, y la izquierda, en el centro del segundo chakra por encima del hueso pĆŗbico. Repita la operaciĆ³n en cada cos tado. TendrĆ” conciencia de los cambios que van despejando el aura como consecuencia de la elevaciĆ³n y el descenso del flujo energĆ©tico mientras pasa de un lugar al siguiente. Cuando haga la imposiciĆ³n de manos en un nuevo punto, la energĆa fluirĆ” lentamente al principio, hasta que se establezca la conexiĆ³n entre su campo y el del paciente. El flujo aumentarĆ” y alcanzarĆ” su cres ta, luego descenderĆ” poco a poco y se detendrĆ” o seguirĆ” a un ritmo muy bajo. Ello significa que ha llegado el momento de cambiar a otra posiciĆ³n. NotarĆ” el flujo energĆ©tico como un cosquilleo o como oleadas de calor. AsegĆŗrese siempre de que obtiene un flujo energĆ©tico equilibrado en ambos lados de cualquier parte del cuerpo antes de pasar a la siguiente. Esto vale tanto para los dos lados de las piernas como para los dos lados del cuerpo. DespuĆ©s de haber despejado, cargado y equilibrado el segundo chakra, desplace la mano derecha al segundo chakra y la izquierda al tercero (figura 22-1 l). TratĆ”ndose de Mary, serĆa necesario dedicar mĆ”s tiempo a los chakras segundo y tercero, que son los mĆ”s bloqueados. Una vez que haya despejado usted esta Ć”rea, ponga la mano derecha en el tercer chakra y la izquierda en el cuarto.
Cuando proceda a la quelaciĆ³n directa en los chakras entrarĆ” en una comunicaciĆ³n mĆ”s profunda con su paciente. Tal vez descubra que estĆ” respirando al mismo ritmo que Ć©l. Esto quiere decir que usted se ha Ā«es peculadoĀ», es decir, se ha convertido en espejo; una vez logrado esto, puede cambiar el ritmo de la respiraciĆ³n de su paciente con sĆ³lo alterar el suyo propio; el enfermo le imitarĆ”. QuizĆ” sea importante que lo haga asĆ a estas alturas de la curaciĆ³n, ya que usted empezarĆ” a abrir material emocional conforme se desplace hacia los chakras. Tan pronto como se empiece a liberar el material emocional, el sujeto intentarĆ” contener la respiraciĆ³n esforzĆ”ndose por mantener ocultos sus sentimientos. Mary estĆ” tratando de ocultar sus sentimientos a medida que los chakras segundo y tercero se van conectando mĆ”s. IndĆŗzcala a que respire. Lo hace y llora. Siente su soledad. TambiĆ©n usted. Puede sentir o ver las experiencias infantiles de Mary que tienen relaciĆ³n con el caso. CompĆ”rtalas con ella. Mary entiende ahora la conexiĆ³n y vuelve a llorar. Como resultado de la expresiĆ³n de sus sentimientos los chakras segundo y tercero de la mujer se abren y se despejara aĆŗn mĆ”s. Si tiene usted dificultades para soportar los sentimientos de ella, cambie su ritmo de respiraciĆ³n para hacerlo mĆ”s lento y eleve su propia conciencia a un nivel superior. Siga enviando energĆa. A medida que se despejen los chakras de Mary, ella se irĆ” calmando. La figura 22-12 muestra que la quelaciĆ³n ha despejado los cuatro niveles inferiores del campo de Mary, pero no ha reparado el desgarro. El tercer chakra requerirĆ” atenciĆ³n especial en las capas quinta y sĆ©ptima, donde se encuentra la rotura. Para quelar los chakras cuatro, cinco y seis limĆtese a ascender por el cuerpo, poniendo la mano izquierda en el chakra superior y la derecha en el inferior. Al llegar al quinto chakra, la mayorĆa de los pacientes se sentirĆ”n mĆ”s cĆ³modos si les coloca la mano izquierda debajo del cuello en lugar de encima.
Cuando haya concluido esta operaciĆ³n, lleve cada mano a un hombro mientras se desliza para quedar sentado por encima de la cabeza de su paciente. Equilibre los lados derecho e izquierdo del campo energĆ©tico de Mary. Luego vaya avanzando las manos lentamente por los lados del cuello hasta las sienes, haciendo circular la energĆa mientras realiza el movimiento. En este punto el aprendiz pasarĆ” al sexto nivel de curaciĆ³n, tal como se ha descrito en el apartado seis. Realice la curaciĆ³n del sexto nivel y el cierre del sĆ©ptimo, como se describe en el apartado que se titula Ā«Sellado en el nivel del patrĆ³n cetĆ©ricoĀ». Al principio no espere avanzar mĆ”s, mientras no adquiera experiencia suficiente en la curaciĆ³n. Probablemente le llevarĆ” una hora completa hacerlo. Cuando haya practicado varias horas empezarĆ” a percibir las capas superiores del campo aura] e iniciarĆ” el trabajo en ellas como se ha descrito en los puntos cuatro y cinco. MĆ”s tarde podrĆ” percibir por encima de la sĆ©ptima capa y empezarĆ” a trabajar en los niveles octavo y noveno, como se describe en el apartado siete de este capĆtulo. A mis nuevos alumnos les suelo pedir que hagan una quelaciĆ³n completa para asegurarme de que no pasarĆ”n por alto nada que sea necesario despejar de este modo. MĆ”s adelante, cuando tengan mĆ”s prĆ”ctica tanto en hacer pasar la energĆa como en percibir el campo, ya no necesitarĆ”n realizar la quelaciĆ³n de todos los chakras. SabrĆ”n hasta dĆ³nde es necesario quelar. Para los enfermos cardiacos es importante invertir la quelaciĆ³n, es decir, extraer la energĆa del chakra del corazĆ³n, ya que, por lo general, se muestra obturado por energĆa oscura. Llegados a este punto, conviene aportar algunas ins trucciones adicionales sobre la quelaciĆ³n. Recuerde que estĆ” canalizando, no irradiando. AsĆ pues, usted eleva sus vibraciones hasta el nivel de energĆa necesario y, a renglĆ³n seguido, se limita a entrar en contacto con el campo energĆ©tico universal y dejarlo fluir (algo asĆ como introducir un enchufe en la toma de corriente de la pared). Si no cura de esta manera, se cansarĆ” con mucha rapidez. No puede irradiar o dirigir energĆa suficiente para curar desde el interior de su propio campo; tiene que canalizarla (su misiĆ³n al canalizar es Ćŗnicamente elevar el nivel de las vibraciones de manera que pueda completar el circuito con el CEU). Los ejercicios de apertura de los chakras que ha realizado resultan muy Ćŗtiles para elevar sus vibraciones a un nivel de energĆa mĆ”s elevado. Al preparar con anticipaciĆ³n una sesiĆ³n de curaciĆ³n, empezarĆ” a operar a un nivel elevado de energĆa y frecuencia. A lo largo del proceso ascenderĆ” lentamente hacia niveles cada vez mĆ”s altos, simplemente porque se encuentra usted en un estado de conciencia elevada. Es probable que cuanto mĆ”s tiempo permanezca en Ć©l, mĆ”s alto pueda llegar, especialmente si se mantiene centrado y enfocado y su respiraciĆ³n es adecuada. La mejor forma de respirar que yo uso es inspirando y espirando larga y continuadamente, con muy poca pausa intermedia. La respiraciĆ³n debe realizarse por la nariz, frotando el aire contra el paladar blando, como en los ejercicios expuestos en el capĆtulo 18. TambiĆ©n puede concentrarse en ampliar su campo aural. Lo mĆ”s importante es mantenerse en un flujo sincronizado sensible con los campos energĆ©ticos que le rodean. Una pausa en el flujo energĆ©tico puede ser indicio de que estĆ” a punto de pasar a una frecuencia mĆ”s alta. Espere un poco. Si no llega, siga avanzando como se ha dicho antes. Conforme se vaya sintonizando mejor, empezarĆ” a notar cambios de frecuencia en la energĆa que fluye a travĆ©s de usted.
Llegado el momento podrĆ” mantener determinados niveles de frecuencia ajustando su respiraciĆ³n y su enfoque. Mantenga con firmeza las manos, ligeramente tensadas, sobre el cuerpo del paciente y dirija a Ć©ste, a travĆ©s de ellas, toda la energĆa que estĆ” recibiendo con todos sus chakras. Es posible que desee hacer vibrar su cuerpo para que sus chakras bombeen mĆ”s energĆa; recurra para ello al ejercicio 25 descrito en el capĆtulo 21. En esta parte de la curaciĆ³n es probable que utilice mĆ”s energĆa a travĆ©s de los chakras inferiores que por los superiores. Una gran cantidad de energĆa asciende tambiĆ©n desde la Tierra a travĆ©s de las plantas de los pies. AsegĆŗrese de que los tiene bien afirmados sobre el suelo. Visualice las raĆces que crecen hacia el centro de la Tierra y la energĆa que se extrae a travĆ©s de ellas. Este proceso nutre y carga los cuerpos energĆ©ticos inferiores. AsegĆŗrese de que su cuerpo se encuentra en una postura cĆ³moda para garantizar el libre flujo de la energĆa. El sistema energĆ©tico del paciente absorberĆ” la energĆa y se desplazarĆ” automĆ”ticamente a la parte del cuerpo donde sea necesaria. Por ejemplo, aunque las palmas de sus manos estĆ©n colocadas sobre los pies del paciente, la energĆa podrĆ” subir por la espina dorsal de Ć©ste hasta alcanzar la parte posterior interna de su cabeza. Mientras se estĆ” realizando la quelaciĆ³n y a fin de preparar al paciente para un trabajo mĆ”s especĆfico, el sanador puede emplear su tiempo vital para leer psĆquicamente al paciente y comunicarse con Ć©l. Ćste es el momento en el que el paciente empieza a abrirse y a compartir mĆ”s profundamente su historia personal. Tan pronto como el sanador realiza la imposiciĆ³n de manos sobre el paciente, se establece entre ambos una mayor confianza mutua. El primero seguirĆ” explorando el cuerpo para hallar Ć”reas problemĆ”ticas. En el caso de Mary, su aura se ha despejado y es mucho mĆ”s clara, como se puede ver en la figura 22- 12. Durante la quelaciĆ³n de las Ć”reas de los chakras segundo, tercero y cuarto, su liberaciĆ³n emocional la ha transportado a un estado de profunda relajaciĆ³n. Los primeros cuatro niveles de su campo estĆ”n lo bastante despejados como para soportar el trabajo en las capas quinta y sĆ©ptima. Otro paciente podrĆa no estarlo, ni siquiera despuĆ©s de la quelaciĆ³n completa a travĆ©s del sexto chakra, y quizĆ” siga necesitando que se le siga despejando el campo en emplazamientos mĆ”s especĆficos donde se da una profunda alteraciĆ³n. Para despejar se pueden seguir dos procedimientos principales: uno consiste en la limpieza de la espina dorsal; el otro, en empujar o extraer con el cristal de cuarzo los residuos aurales de determinadas Ć”reas especĆficas.
0 Comentarios