Recuerdo, cuando era niño, justo antes de
dormir o cuando despertaba muy de mañana, mi pasatiempo era quedarme divagando
en nada. Solo mantenía los ojos abiertos mirando fijamente cualquier cosa que
estuviera a mi frente. Pasaban los minutos y me fascinaba cuando mi percepción
del objeto cambiaba. Era como si mis ojos pudieran hacer zoom. El objeto se
acercaba hacia mi y podría ver mínimos detalles como la textura del material.
También parecía que el objeto se hacía extremadamente tridimensional y podía visualizarlo
como cuando giramos una cámara alrededor de algo. No recuerdo hasta qué edad
pude disfrutar de eso, pero calculo que, a los siete años, prácticamente había
olvidado todo ese asunto.
Creo que la dudosa capacidad —según mi
padre— de ausentarme del lugar donde estaba me ayudó también a desdoblarme. De
niño, siempre disfrutaba estar solo y en silencio. Me fascinaba contemplar las
abejas rondando las flores en algún jardín camino del colegio a casa; y quedaba
hechizado cuando en mi ruta se cruzaban hormigas; entonces, indefectiblemente
las seguía hasta su guarida. El tiempo no existía, éramos solo yo y el
universo. Disfrutaba mucho esos momentos de arrebato del mundo, mientras un
abandono infinito hacía que me sintiera parte de todo. Con los años, esas
sensaciones también se fueron.
Mi primer encuentro con el desdoblamiento
—aunque no lo sabía aún— fue cuando tenía aproximadamente dieciocho años. Mis
padres habían comprado una pequeña casita donde nos mudamos. Mi dormitorio
resulto una ratonera ubicada en el segundo piso donde literalmente cabía una
cama y un velador. Me fascinaba mi pequeña guarida: tenía dos ventanas, la
primera estaba junto a la puerta desde donde se podía ver la ciudad, la segunda
miraba hacia el tejado donde cada mañana dos gorriones venían a hacerme el show
por media hora más o menos. Allí, durante las tardes, me gustaba quedarme a
dormir la siesta. El lugar era cálido y tranquilo, e invitaba a quedar en un
estado de ensueño cada vez que quería leer. En una oportunidad, luego de quedarme
dormido no sé por cuanto tiempo, desperté, abrí los ojos, y como siempre me
quedé mirando las vigas del techo, entonces quise levantarme, pero no pude. No
podía mover ninguna parte de mi cuerpo.
El terror se apoderó de mi. Sentía cómo mi
corazón comenzaba a acelerar sus latidos los que retumbaban con furia en mis
oídos. Me sentía totalmente despierto, pero no podía abrir los párpados. Los
intentos por tratar de mover cualquier parte de mi cuerpo fracasaban y me
dejaban en un estado de angustia y desesperación terribles. Recuerdo que quería
gritar y con gran esfuerzo lo logré, extrañamente nadie me oía, aún cuando yo
podía escuchar la televisión encendida y los gritos de unos niños jugando en la
calle. A todo esto, un irresistible sopor invadía todo mi cuerpo. El sueño
trataba de someterme, invencible, magnífico en su fuerza, trataba de llevarme
al reino de la inconciencia sin que nada pudiera hacer.
Por mi cabeza, fuerte, rotunda, estaba la
idea de que, si me dormía, moriría, así que luchaba con todas mis fuerzas para
no abandonarme. Mientras más luchaba, mi corazón aceleraba más sus latidos y un
extraño sonido comenzaba a oírse en lo profundo de mis oídos. Era un zumbido
algo metálico, como el producido por algún artefacto eléctrico. Ese sonido más
parecido a un chirrido interminable aumentaba su volumen cuando trataba de
moverme, convirtiéndose en una vibración que estremecía mi cuerpo.
Recuerdo que pensaba que no iba a salir de
esa. Que probablemente, en algunas
horas, cuando me buscaran, me encontrarían echado en mi cama, sin vida. Pero no
quería morir, así que luchaba con todas mis fuerzas tratando de no dormir y
probando si alguna parte de mi cuerpo se movía. Nada. Estaba paralizado de pies
a cabeza. Algunas veces podía abrir los párpados y ver al final de la pieza, la
ventana, y el cuadro colgado en la pared. Cerraba los ojos porque parecía que
en mis músculos se habían instalado una especie de elásticos que me impedían
abrirlos. Luego de muchos minutos, sentí que mi respiración comenzaba a fallar,
era como si me costara respirar. En ese momento estaba seguro de que moriría.
La idea de que la corta historia de mi vida
terminaría allí, hizo que sacara fuerzas de donde no había. Tanto tiempo
tratando de moverme, me habían dejado físicamente agotado. Sentía que por mi
frente escurrían líneas de sudor que se deslizaban por mi rostro, pasando por
mi cuello y mojando la cama. Con pánico, traté de relajarme un poco, y cuando
tuve algo de fuerzas, me levanté. Sentí mi cuerpo pesado, muy pesado, era tan
pesado que mis movimientos parecían estar en cámara lenta. Cuando comenzaba a
sentarme, sentí como un tirón en el área del encéfalo. Era como si me hubieran
arrancado una parte de la piel de ese sector, no me importó, era mejor eso que
estar muerto.
Un profundo mareo me acompañaba mientras me
sentaba en la cama. Ya sentado, puse mis manos en mi rostro mientras me encogía
con la cabeza entre mis rodillas. Allí estuve un momento. Los sonidos ya no
estaban, podía moverme, aunque lentamente, solo me molestaban el mareo y una
leve vibración en todo mi cuerpo. No me importó, estaba despierto, había
sobrevivido a algo extraño. De pronto sentí una fuerte intención de mirar hacia
atrás, lo hice, y lo que vi fue mi cuerpo echado, inerte. La impresión hizo que
algo me tirara de la espalda y en menos de un segundo estaba nuevamente echado
sin poder moverme.
Los síntomas volvieron. Ahora sí estaba
seguro que no viviría, o peor aún, tal vez, ya estaba muerto.
Entonces, ¿había despertado? ¿Me había
levantado? ¿Estaba ya en la dimensión desconocida, la de los fantasmas, donde
pasan cosas muy raras? ¿Ya había fallecido? Pensamientos y más pensamientos
corrían por mi cabeza como ratones asustados en una a habitación cerrada. Pero
los latidos de mi corazón, y el sonido que hacía mi sangre circulando
rápidamente por mis venas y arterias me decían que no.
Me dije, esto va a tomar tiempo. No sé que
está pasando, pero saldré de esto. Sabía que mi cuerpo no se movía, y que el
sueño me llevaba como si me hubieran colocado anestesia general. Buscando
nuevamente alguna parte de mi cuerpo que se moviera, pude notar que solo el
dedo pulgar del pie izquierdo podía hacerlo. Así que, comencé a moverlo
lentamente, luego más rápido. Pensé que si comenzaba a mover solo ese dedo
podría reanimar el resto de mi cuerpo. Cuando pude mover el dedo bastante
rápido, di un tirón muy fuerte con toda la pierna, esta se movió bruscamente y
desperté.
Era cómo si hubiera regresado de alguna
realidad alterna, porque el despertar fue como los cortes que hay en las películas.
Estaba echado, y ahora podía sentir totalmente mi cuerpo. Mis movimientos
habían recuperado su soltura y respiraba normalmente. Solo tenía el rostro
mojado y mi ropa estaba húmeda. Me senté. No quería volver a dormir.
Contra todo lo que se dice, pienso que el
Desdoblamiento Astral, no es para todos. Esto contradice algunas de las cosas
que escribí antes, pero con el tiempo me he dado cuenta de que los seres
humanos somos todos diferentes. Cada quien tiene sus prioridades, y sus metas
personales. Además, cada quien ha sido criado en algún sistema de creencias que
hace que interprete la vida de acuerdo a ese sistema.
Sin embargo, las personas que se desdoblan
están en todas las razas, estratos económicos, sistemas de creencias,
religiones, y también entre los ateos. Esto quiere decir que, el desdoblamiento
no es exclusivo de algo o alguien.
Con la difusión del Desdoblamiento Astral,
mucha gente quiere desdoblarse. Con las promesas de poder viajar a cualquier
parte el mundo e incluso al espacio exterior, sin hablar de las otras
dimensiones, el Desdoblamiento Astral ha creado muchas expectativas en la
gente.
Las prácticas de desdoblamiento que ahora
se encuentran en Internet, si tratan de que el Cuerpo Físico quede dormido
mientras nos quedamos despiertos en nuestro Cuerpo Astral, todas funcionan. Aun
así, hay mucha gente que no lo logra, y esto se debe a que el problema no son
las prácticas en sí, sino, las personas que las practican.
Cualquier persona que se dedique realmente
a desdoblarse, estoy seguro que lo logrará. Las personas que creen que el
desdoblamiento es un detalle pequeño y que no se necesita mucha energía ni
tiempo para lograrlo, están muy equivocadas. Si queremos desdoblarnos, para
agregar una pluma de colores más a nuestro sofisticado traje “espiritual”, no
lo lograremos.
El desdoblamiento requiere como cualquier
cosa en la vida, esfuerzo, tiempo, energía, y muchos sacrificios. Para mí pagar
ese precio fue normal, es decir que no sentí que estaba dejando algo o a
alguien.
El desdoblamiento astral no es como la
meditación que es algo pasivo. Tampoco como la concentración y aunque ambos
ayudan mucho para desdoblarse, desdoblarse es algo diferente.
Ya lo escribí antes, y es que el
desdoblamiento te pide tu vida, al menos por el tiempo en que se reorganiza
nuestra psicología, y nuestras energías adquieren una especial vibración. Ya
cuando uno ha asimilado todo eso, es que puede darse algunas licencias y aun
así poder desdoblarse.
Conozco algunas personas que se desdoblan y
son especiales. No son como todo el mundo. Están en el mundo, hacen lo que hace
todo el mundo, pero lo hacen a su manera. Es decir que están en el mundo sin
pertenecerle a el. El mundo no se los ha tragado. Esas personas no hablan de
sus experiencias, tal vez con alguien que se desdoble si lo hagan, pero aún así
son muy reservadas. Si las conoces bien, verás que detrás de su manera de ser
que a primera vista parece muy mundana y materialista, esconden un alma con
elevadas inquietudes espirituales y que más allá de todo están viviendo para
aprender. Ninguna persona que conozco que se desdobla realmente, vive del
desdoblamiento.
Si es que tienes una inquietud sincera de
querer desdoblarte, si es que desde niño tuviste algunas experiencias extrañas
al dormir. Si estás buscando realmente el significado de la vida más allá de
llevarte unos frijoles a la barriga, estoy seguro que te desdoblarás siempre y
cuando le dediques el tiempo y la energía necesarios. Más allá de eso, te puedo
garantizar que con el desdoblamiento no te harás millonario ni famoso, porque
si estás interesado en la fama y el dinero, quiere decir que esa es tu
prioridad y eso será lo que conseguirás, y aunque digas que te desdoblas, se
que no puedes hacerlo.
Hay un mundo allí, un mundo de energía,
espiritual le llaman otros, pero la puerta está cerrada mientras sigamos con
nuestras tonteras, porque ese mundo quiere seres íntegros, sinceros, no niños
arrogantes, malcriados y engreídos.
Ivan Guevara
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