EL PAN NUESTRO DE CADA DIA

“Danos hoy el pan nuestro de cada día”, dice parte de la oración que se le atribuye a Jesús. Nada tiene tanta importancia para el ser humano como aplacar su hambre. Esa es la necesidad básica que tenemos que satisfacer todos los días. A ella están dirigidos todos nuestros esfuerzos, todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

Con tanta tecnología, evolución social y emocional, con tanto avance en medicina, comunicaciones, etc., el problema de qué vamos a llevarnos a la barriga, sigue siendo la mayor preocupación de esta humanidad. Y no importa si uno para calmar su hambre se llene la barriga con un pan con té, o con el más caro filete.


Estudiamos, obtenemos maestrías, post grados, emprendemos empresas, negocios, los hacemos crecer; nos especializamos en lo que sabemos hacer cada vez más, etc., para pasar a comer un delicioso plato gourmet, en vez de un arroz con huevo frito.

Cuando creemos habernos dado cuenta de las cosas, comenzamos a pensar y a cuestionar ese sistema, entonces ¿qué es lo que hacemos? Nos llamamos, revolucionarios, hemos despertado, y nos llamamos espirituales. Pero la espiritualidad actual, es solamente una forma elegante de seguir luchando por el pan nuestro de cada día. En realidad nada ha cambiado, solo decimos que Dios, es ahora nuestro proveedor.

El problema del hambre en sus diferentes manifestaciones, ya sean las terribles que se viven en ciertos lugares de nuestro planeta, u otras que son más llevaderas, es lo que dirige nuestras vidas.

Los templos, las iglesias, los grupos esotéricos, espirituales, etc., están llenos de gente que está buscando la forma más cómoda de ganarse el pan nuestro de cada día.

Si nuestra espiritualidad está sujeta a nuestra barriga, ella es falsa. Si nuestra espiritualidad está ligada a nuestra billetera, ella es falsa. Si nuestra espiritualidad está ligada a nuestro bienestar material, ella es falsa. Si nuestra espiritualidad está ligada a nuestras satisfacciones sensoriales como comer, reír, tener sexo, etc., ella es falsa.

Si nuestra espiritualidad está ligada a nuestros miedos, como el miedo a morir, o a lo que pasará después de la muerte, ella es falsa. Si nuestra espiritualidad está ligada a nuestro miedo a la sociedad y buscamos un lugar donde podamos prosperar sin ser robados o traicionados, ella es falsa. Si nuestra espiritualidad está ligada a conseguir el amor verdadero, ella es falsa. Si nuestra espiritualidad nos ayuda vivir en una burbuja de “felicidad y realización” aislándonos del mundo, ella es falsa.

En síntesis, si nuestra espiritualidad está ligada a cualquier cosa, ella no tiene sentido, es falsa, y como tal, nos hará llegar no a la verdad, sino a la “verdad” que nos conviene. Es por esa razón que solo han logrado la liberación o la iluminación unos cuantos humanos aun cuando ya han pasado doscientos mil años desde que comenzamos a pensar y tener conciencia de nosotros mismos.

El pan nuestro de cada día es la principal preocupación de los seres humanos, mientras esa preocupación sea, no podremos iniciar una espiritualidad verdadera, porque cada cosa que hagamos, estará ligada a eso.

Si yo vivo de algo, y ese algo es mentira, no voy a decir que lo sea, porque entonces perdería mi fuente de sustento. Es por eso que hay defensores de muchos mitos, fantasías y mentiras, que se dedican a inventar teorías, las van perfeccionando, y además van justificando sus conclusiones, de manera muy inteligente, aun sabiendo que ellas no tienen nada de cierto; pero ya están en la trampa, porque tienen techo, abrigo, y comida, gracias a esas teorías. Esas personas nunca podrán hallar la verdad, para ellas la verdad es lo que les llena la barriga.

Las verdaderas personas espirituales que ha dado esta humanidad, comenzando por Jesús, nunca estuvieron preocupadas en lo que iban a llevar a su boca. Esa preocupación primaria, esa variable que es inevitable para el resto de los seres humanos, no existía para ellos. Su espiritualidad era solo eso y no estaba ligada a nada. No estaban buscando nada en realidad, solo eran. Eran genuinos seres humanos, manifestación de Dios con todas sus características.

Ningún maestro verdadero busca nada en realidad ¿Qué va a buscar? No hay nada que buscar ¿A dónde va a llegar? No hay donde ir ¿Qué hay que descubrir? No hay nada que descubrir ¿Qué camino va a recorrer? No hay camino. Un verdadero maestro sabe eso, por esa razón se dice que está despierto; y entonces ¿qué hace? Nada. Se dedica a vivir, y mientras está vivo en este mundo, hace algo que lo apasione, porque algo tiene que hacer. Pero no es que esté buscando algo, no es que piense que tiene sentido lo que hace con este cuerpo físico, solo hace, como lo hace Dios, sin juzgar, sin limitaciones.


Si buscamos la verdad, no deberíamos estar preocupados por el pan nuestro de cada día. Si somos realmente espirituales, tendríamos que comprender que el pan nuestro de cada día siempre va a estar allí.





Ivan Guevara

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